Sobre la disonancia cognitiva…
En la práctica me gusta promover una imagen corporal positiva por diversas razones, pero principalmente porque la considero como un acto de rebeldía contra las imposiciones sociales a la apariencia y contra un sistema que lucra con la insatisfacción que él mismo promueve.
Me gusta esta aproximación porque resuena con mi historia personal.
Al igual que muchas personas yo también pasé por un periodo extendido de insatisfacción corporal que, en su apogeo, marcó mis carnes con el recordatorio en tinta de la constante lucha contra mi cuerpo, mi cuerpo como el objeto, expuesto no sólo a la tiranía de la mente pero también a la de las normas sociales que lo oprimen.
La resolución de la insatisfacción fue un proceso que se dio a medida que me fui percatando de que la apariencia es uno de los signos de cierto tipo de violencia simbólica que funge como un mecanismo de control, regulación y subordinación social.
Antes me jactaba de ser de naturaleza contestataria y subversiva, por lo que advertir que durante años suscribí esas narrativas, internalicé esas normas y reproduje esos discursos me generó la molestia psicológica de la que hablaba Festinger (1957) en su teoría de la disonancia cognitiva. En su libro propone, entre otros, los siguientes planteamientos:
La existencia de disonancia, es decir, la inconsistencia entre los pensamientos, conocimientos y/o creencias (cogniciones) y las conductas, genera una incomodidad psicológica que motiva a las personas a cambiar estas cogniciones para alcanzar la consistencia, o consonancia.
La presión por cambiar las cogniciones es función de la magnitud de la disonancia, que depende de la importancia o el valor conferido a la relación de elementos disonantes.
Si la disonancia es mayor que la resistencia al cambio en la conducta, el comportamiento cambiará. Si la disonancia es muy grande, la manera más fácil de resolverla es aumentarla lo suficiente para cambiar la conducta. Es de esperarse que estas personas busquen más información que promueva la disonancia cognitiva.
Cuando la exposición a la información genera o aumenta la disonancia, las personas pueden evitar su impacto por medio de la interpretación errónea, o negando la validez de la información, entre otros. Si las personas no esperan que una fuente de información produzca una cognición disonante y, por lo tanto, no están alertas para evitar la disonancia, la información tendrá un mayor impacto.
El corazón de la teoría de Festinger tiene el respaldo de una gran cantidad de evidencia científica, sin embargo, con el paso de los años, la investigación ha ido expandiendo el alcance de la teoría y profundizando en algunos aspectos del planteamiento original. Con la evidencia recopilada, Cooper & Fazio (1984) proponen el modelo “New Look” de la disonancia cognitiva en la que separan sus dos aspectos principales, la activación por disonancia y la motivación al cambio.
Analizan la evidencia que supone que la disonancia implica un estado de excitación del sistema nervioso autónomo (SNA) que es aversivo e incómodo, aunque proponen que éste sea entendido como una respuesta emocional condicionada.
La secuencia que lleva al surgimiento de la disonancia
Comienza con una conducta
Se da un proceso de evaluación de las consecuencias
Se percibe que las consecuencias son aversivas
Se busca identificar al agente responsable de esas consecuencias
Se requiere la aceptación de esa responsabilidad
Emerge la activación por disonancia
De la activación a la motivación y de ésta al cambio.
Una vez que emerge la activación por disonancia, debe ser percibida como negativa.
El individuo busca identificar la fuente de esta activación negativa.
Si no puede atribuirse a un factor externo, entonces la responsabilidad recae sobre el individuo.
Surge la motivación por disonancia
Se modifica la actitud o la postura, no para buscar la consonancia, pero para que las consecuencias percibidas no sean aversivas.
Los avances en las investigaciones de la disonancia cognitiva han refinado el planteamiento original de Festinger.
Cooper (2007), concluye que:
El proceso de disonancia cognitiva comienza con una acción o una conducta.
Cooper concuerda con que la disonancia es negativa, incómoda, activa respuestas fisiológicas y se busca reducirla, sin embargo, ésta no surge a partir de la inconsistencia entre cogniciones y conductas, el cambio de postura no busca la consistencia entre ellas, sino que busca convertir las consecuencias de la conducta en no aversivas
El cambio de actitud tiene un valor funcional directo para la persona responsable de provocar un evento aversivo pues lo convierte en no aversivo y reduce la disonancia.
El autoconcepto juega un papel importante como potencial estándar de juicio. La decisión de si el evento es, o no, aversivo puede tomarse a partir de los estándares sociales internalizados o a partir de estándares generados por el autoconcepto personal. Aunque existen ambas opciones, frecuentemente se declina por los estándares normativos, a menos de que algo en el entorno haga que los estándares personales sean particularmente accesibles.
Se ha demostrado que promover la disonancia a través de la hipocresía es un método efectivo para lograr un cambio de conducta. Requiere que la persona sea responsable de hacer una declaración a favor de una postura y que las conductas previas discrepantes sean evidenciadas, es decir, que sean accesibles.
Regresando a la historia original y utilizando los planteamientos de Festinger y de Cooper, la adquisición de nueva información (sobre estudios del cuerpo, de la imagen corporal, sociología crítica, encarnamiento, estudios de género, entre otros) me hizo reconocer que mis acciones (de complicidad con los valores del grupo dominante) y algunas cogniciones adyacentes (insatisfacción corporal, juicios y opiniones sesgadas) eran inconsistentes con la postura de postadolescente rebelde que supuestamente ostentaba, que era un aspecto fundamental de mi autoconcepto y mi autoestima en aquel entonces.
No sólo mis acciones eran inconsistentes, ¡me convertían en una hipócrita!
La disonancia que se produjo a partir de saberme hipócrita propulsó el cambio de conducta y de las cogniciones adyacentes.
Así llegué a la imagen corporal positiva, que también tiene algunos problemas de los que discurriré más adelante, pero por el momento me parece una postura menos nociva.
An emotional capitalism means that, ‘capitalism has not only allowed the recognition of emotion in the lives of workers,
consumer and citizens but has discovered the value of emotions in capitalist enterprise itself’
(Binkley, 2014, citado en Riley et al, 2023)